domingo, 1 de marzo de 2015

Apocalipsis 2


Este es el complemento del primer capítulo, el punto de vista de Bella. Lo quise publicar bien cercano al primer cap. porque ambos van de la mano. Espero les guste.
Sobre "Mi Destino", en los próximos días publicaré el siguiente capítulo, no desesperen, que no está abandonado.
Cuéntenme lo que opinan, un abrazo.
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Capítulo 2

Left her, wasn't coming in a hurry with the furies
Breathing down your neck
Team by team, reporters baffled, trump, tethered crop
Look at that low plane, fine then
Uh oh, overflow, population, common group
But it'll do, save yourself, serve yourself
World serves its own needs, listen to your heart bleed
Tell me with the rapture and the reverent in the right, right
You vitriolic, patriotic, slam, fight, bright light
Feeling pretty psyched
It's the end of the world as we know it/3
And I feel fine
It's the end of the world as we know it (And I feel fine) / R.E.M.

BELLA POV
Por fin me sentí a salvo.
En medio del mundo que se caía a pedazos a mi alrededor, este era mi oasis, uno de los pocos lugares que permanecían prácticamente inalterados… La Biblioteca Pública no es un lugar prioritario para los saqueadores.
El olor de los libros reemplazó el de la descomposición y el abandono, haciéndome sonreír por primera vez en días. Muchas horas de mi infancia y juventud las había pasado en ese edificio, acurrucada en sus mullidos sillones con un gran libro sobre mis piernas.
Mi casa no siempre era un lugar agradable para vivir. Mi mamá es una persona maravillosa en muchos aspectos, pero es inestable y dependiente, por lo que había un desfile constante de novios paseándose por mi hogar. Unos eran buenos, otros malos, pero sumados a la incapacidad de Renee de conservar un trabajo por más de seis meses y su desorganización a la hora de pagar las cuentas, hacían que necesitara un refugio, un lugar donde escapar, un lugar limpio y ordenado en el que pudiera hacer las tareas sin escuchar peleas o reconciliaciones, sin que me cortaran la luz a media página por que no pagamos la cuenta de electricidad desde hace tres meses y donde no sonara el teléfono el día entero con llamados de servicios de cobranza.

Sé que Renee hacía lo que podía, pero muchas veces la situación la superaba. Si hubiera pensado sólo en mí misma me habría ido a vivir con mi papá, pero no podía abandonar a mi madre a su suerte, ella me necesitaba.
Hacía ya un par de años Renee había comenzado a salir con Phil, un chico bastante más joven que ella pero mucho más maduro y centrado que mi madre. Al cabo de unos meses de relación se mudó a vivir con nosotras y me temí lo peor, pero al final resultó ser una bendición. Por fin un adulto se hacía cargo, quitándome un enorme peso de los hombros. La casa comenzó a funcionar mejor, pero seguí acudiendo a la biblioteca cada día, simplemente porque me era más querida y familiar que mi habitación, y todo el personal me conocía, por lo que era como estar entre amigos.
Con el tiempo Phil y Renee se casaron y yo ofrecí irme a vivir con mi padre en Washington para no ser una carga en su vida conjunta, pero Phil se negó rotundamente. Me dijo que podía visitar a Charlie cuando quisiera, que él mismo pagaría los pasajes de avión, pero que no permitiría que su matrimonio con mi madre me separara de ella.
Así es que me quedé, y en agradecimiento decidí por primera vez hacer un esfuerzo consciente por convertirnos en una familia.
Por eso cuando el padre de Phil murió heredándole una cabaña de caza y él nos pidió que lo acompañáramos los fines de semana a visitarla y reacondicionarla, accedí gustosa de poder hacer algo por él.
La cabaña estaba internada en el bosque, a unos ochenta kilómetros de Phoenix, y era más bien pequeña, construida enteramente en madera y estaba muy cerca de un arroyo. Por fuera se veía adorable, pero por dentro era terrorífica. Montones de cabezas de animales colgadas de un muro y montones de armas colgadas de otro. Alfombras de piel de oso frente a la chimenea y en la parte de atrás de la cabaña, un pequeño refugio anti-bombas de cemento, lleno de alimentos no perecibles con años de antigüedad y equipos de supervivencia. El padre de Phil era miembro de la "National Rifle Association" y un paranoico que en los años ochenta estaba convencido de que los rusos de la Unión Soviética nos invadirían, por lo que se preparó para el evento lo mejor que pudo. Era paradójico que ese lugar fuera heredado a su único hijo, un pacifista liberal y ecologista que lo primero que hizo al recibirla fue convertirla en nuestro proyecto familiar: La transformamos poco a poco y con mucho trabajo en un lugar de descanso autosuficiente.
Eliminamos las cabezas de animales y pieles, reemplazamos el generador eléctrico a petróleo por placas solares, Renee comenzó a plantar una pequeña chacra con distintos vegetales y yo encontré en un libro sobre energías renovables instrucciones para construir un horno solar, así es que me puse manos a la obra y después de varias pruebas logré crear un horno funcional en el patio trasero, aunque era terriblemente lento. Me demoraba cuatro horas en cocer pan, pero en el bosque nadie nos apuraba, y Phil no podría haber estado más orgulloso de mí.
Las armas y municiones las guardamos en el refugio anti-bombas junto a toda la parafernalia de supervivencia y por un tiempo vivimos como una familia normal y feliz entre el bosque y la ciudad…
Bueno, al menos lo fuimos hasta la "Gran Revelación".
Fue un domingo por la tarde y recuerdo que yo estaba acostada sobre la alfombra del living de la cabaña con un libro en mis manos mientras Phil y Renee estaban abrazados en el sillón viendo la ceremonia de cambio de mando presidencial. Había ganado nuestro candidato y estábamos atentos al discurso que supuestamente prometería ciertas reformas a la ley del deporte, lo que afectaría a Phil, que era preparador físico de un equipo de baseball de las ligas menores.
Todo fue normal hasta que llegó el momento del traspaso de la banda presidencial… En un momento el presidente electo y el ex presidente estaban estrechando sus manos y al siguiente a ambos les arrancaban la cabeza frente a las cámaras. Los camarógrafos huyeron dejando las cámaras filmar la masacre, y pudimos der en detalle como ocurría un baño de sangre peor que el que se pudiera ver en cualquier película clase B de cine gore.
No atinamos a decir nada, sólo miramos incrédulos y horrorizados como esas creaturas mordían y mutilaban a decenas de líderes mundiales y representantes de casi cada país del planeta.
Y de pronto se cortaron las transmisiones.
Nos costó un buen rato decir algo. Yo estaba tan atónita que no lograba procesar lo que había visto como algo real. Debía ser un montaje, la sangre era demasiado oscura, demasiado espesa, las tripas de una persona no son de ese color, verdad?
El sollozo de Renee me volvió a la realidad. Me giré para verlos y mamá lloraba abrazada a Phil, que la sostenía con la mandíbula apretada y un gesto duro y decidido que vi por primera vez, pero que llegó para quedarse.
Me levanté temblorosa y hurgué en el bolso de Renee hasta dar con sus pastillas para dormir. Corté una por la mitad y se la ofrecí con un vaso de agua. No quería dormirla, sólo calmarla un poco. Phil y yo actuaríamos. Como siempre, nosotros cuidaríamos de ella.
-Ahora qué? – Pregunté en voz muy baja.
-Ahora regresaré a Phoenix y traeré lo necesario para establecernos aquí de manera permanente – Dijo él sin dudar – Si lo que vimos es real y esas creaturas existen, el lugar más peligroso va a ser la ciudad en medio de una turba aterrada.
-Necesitamos más ropa, agua y comida – Dije – Tal vez algunas herramientas…
-Traeré la ropa. Tenemos un purificador de agua en el bunker y también un montón de comida no perecible. Tenemos vegetales en la huerta y voy a ver si logro conseguir semillas y las herramientas que nos falten. No creo que pase mucho tiempo antes de que empiecen los saqueos – Dijo él acariciando el cabello de Renee, que aún hipaba suavemente.
-Vas a ir solo? – Pregunté.
-Sí. Ir los tres solo entorpecería el plan – Dijo diplomáticamente sin mencionar que mi madre sería una carga en su estado actual.
-Cuando partirás? – Pregunté.
-Ahora – Respondió levantándose del sillón. Sólo entonces pareció reaccionar mi mamá, aferrándose a él con fuerza y comenzó a llorar histérica, prohibiéndole ir a cualquier parte. Phil por una vez no cedió a sus demandas y se soltó alcanzando las llaves de su camioneta, y salió de la casa antes de que Renee lo pudiera alcanzar.
Y entonces comenzaron las horas más horribles que hubiera vivido hasta entonces. La espera por el regreso de Phil.
Mi madre se negó a moverse del porche y yo finalmente asumí que dormiríamos a la intemperie y saqué frazadas y almohadas de la casa, muerta de susto de estar en el exterior de noche, pero sin poder dejar sola a Renee.
Las horas dieron paso a los días. Tres días.
Apenas dormimos y casi no comimos. Cada ruido nos espantaba, convencidas de que esas creaturas por fin habían llegado a nosotras… Pero nada sucedió.
Hasta el amanecer del cuarto día, cuando sentimos el ruido de un motor y vimos aparecer por el sendero la camioneta de Phil, cargada a más no poder. Al acercarse pude ver que estaba en malas condiciones, chocada y con agujeros de bala en uno de sus costados. El parabrisas estaba trizado. Pero nada de eso importaba, porque Phil estaba con nosotros.
Corrimos hacia él en cuanto se detuvo el vehículo y Renee abrió la puerta del conductor abalanzándose sobre él, besándolo, abrazándolo y regañándolo, todo a la vez.
Pero algo andaba mal, porque él no respondió, sino que cerró los ojos y se desmayó. Renee se separó de el para ayudarlo y pude ver que la solera de mi madre estaba empapada de sangre. Phil estaba herido… Había recibido heridas de bala.
Entre Renee y yo lo cargamos hacia la casa con mucha dificultad, ya que Phil era un hombre grande y robusto, demasiado peso para dos debiluchas como nosotras… Pero la adrenalina tuvo su efecto, y logramos arrastrarlo al dormitorio y recostarlo en la cama y Renee sacó las tijeras de su costurero para cortar la camiseta de Phil.
Las balas le habían dado en el hombro y el brazo izquierdos. La bala del hombro había salido por la espalda, pero la del brazo aún estaba alojada en el músculo, y la vista de tanta sangre me tenía mareada y a punto de vomitar, pero Renee había vuelto a su histeria al ver las heridas, y no era de mucha ayuda, así es que si queríamos salvar a Phil sería yo quien tendría que intentarlo.
Le grité a Renee que se calmara y que me trajera el botiquín y las pinzas de su cosmetiquero, y ella obedeció, aturdida por la dureza de mi tono. No pude evitarlo, Phil era más importante que las sensibilidades de mi madre, y además yo estaba aterrada ante lo que me tocaría hacer.
No hace falta enumerar los horribles detalles, pero basta decir que sacar una bala no es tan fácil como lo pintan en las películas, mucho menos sin las herramientas necesarias ni anestesia para el paciente.
Una vez que logré sacar la bala suturé la herida, lo que fue casi peor que la extracción, porque coser un ser vivo y consciente es simplemente espantoso. Pero era necesario, Phil había perdido muchísima sangre y no podía quedar con esos agujeros sangrantes abiertos.
Una vez terminada la labor cambiamos las sábanas y dejé a Renee cuidando de Phil mientras yo iba a buscar una lata de sopa de pollo para que ambos de alimentaran. Calenté la sopa y llevé una bandeja con dos platos a la habitación, y mientras Renee le daba cucharaditas de sopa a su esposo, yo fui a ver qué es lo que había traído Phil de su excursión.
Bajo el toldo de la camioneta había dos enormes maletas llenas do ropa de los tres, dos cajas grandes con alimentos no perecibles, principalmente carbohidratos como arroz, fideos y harina, sal, azúcar, aceite, levadura, manteca, latas de carne, sopas y atún, cloro, jabón, champú y pasta de dientes. Había también una caja pequeña con bolsas de semillas de distintas hortalizas, frutas y cereales, una caja con clavos y tornillos de distintas medidas, municiones, ampolletas de ahorro de energía y distintos artículos de ferretería, una bolsa grande con todo tipo de medicamentos y cinco botiquines de primeros auxilios profesionales nuevos. Había también un barril de combustible que sabe dios cómo logró conseguir, y por último había una caja con recuerdos que Phil rescató de nuestra casa. Álbumes fotográficos, portarretratos, cds y cintas de video de mi infancia, su laptop y el mío, un disco duro externo, películas en dvd y algunos libros.
Gracias al sacrificio de Phil teníamos una oportunidad de sobrevivir, siempre que esas creaturas no nos encontraran.
oooOooo
Phil demoró más de un mes en recuperarse lo suficiente como para salir de la casa. Su brazo se infectó y estuvo dos semanas debatiéndose con la fiebre y la inconsciencia, pero finalmente sobrevivió, aunque muy débil y delgado. Mamá se dedicó en cuerpo y alma a cuidarlo y en mi recayeron las tareas cotidianas.
Al principio me limité a abrir latas y calentarlas y a preparar pan una vez a la semana y a ocupar el resto de mi día ampliando nuestra huerta, pero pronto me di cuenta de que eso no era suficiente. Phil necesitaba proteínas para reponerse de la sangre perdida y Renee y yo también si queríamos mantener las energías y tono muscular.
Así, un día tomé una de las escopetas del padre de Phil y contra todas mis creencias e ideologías, salí a cazar.
Me demoré varios días en dar en el blanco a un desafortunado pato, y cuando lo fui a recoger lo encontré aun aleteando, lo que me hizo estallar en lágrimas de arrepentimiento, pero haciendo tripas corazón le disparé de nuevo para rematarlo, sin considerar que un disparo de escopeta a tan corta distancia lo haría estallar.
Regresé a casa sin pato pero cubierta de plumas y entrañas, sollozando como una magdalena.
Pero sabía que no me podía rendir y al día siguiente volví a salir escopeta en mano. Nunca me acostumbré a matar pobres creaturas indefensas, pero a medida que fui afinando mi puntería se hizo más fácil. Al menos los animales morían de inmediato. Además al llegar a casa Renee se hacía cargo de desplumar o despellejar y destripar la cena, por lo que me ahorré lidiar con esa parte del proceso.
Con el paso de los meses establecimos una rutina, en la que yo asumí el rol de cazadora, Phil se dedicó a la huerta y Renee a las labores domésticas. Afortunadamente teníamos los paneles solares, lo que garantizó que tuviéramos electricidad para el refrigerador, el lavarropas y la luz, aunque tratábamos de no iluminar la casa de noche para no llamar la atención de potenciales predadores.
El televisor nunca volvió a captar señal, pero de cuando en cuando la vieja radio de onda corta del padre de Phil captaba emisiones independientes que pintaban un panorama desolador.
Anarquía, linchamientos, predadores a plena luz del día, guerrillas, bombardeos, armas químicas, el fin…
Pasó un año sin incidentes y nos fuimos acostumbrando a nuestra nueva vida, sin ningún contacto con el exterior. Teníamos todo lo necesario en casa, y sumado a las cosechas y a lo que yo cazaba e íbamos congelando, no teníamos mayores necesidades.
Pero yo estaba inquieta… Necesitaba ver el mundo exterior, asegurarme de que todo lo que oía era cierto, que había algo más allá de la burbuja que habíamos creado.
Y si hubiera más sobrevivientes? Y si ya hubieran encontrado una forma de derrotar a esas creaturas?
Por supuesto Renee y Phil consideraban impensable una excursión, así es que nunca les planteé mis inquietudes, hasta que llegó el minuto en que no pude aguantar más. Iría a Phoenix por mi cuenta y si era posible, traería provisiones para asegurar nuestro futuro.
Esa mañana desayuné temprano con Renee, que insistió en trenzar mi cabello y decorarlo con las flores frescas que decoraban la mesa del comedor, igual que como cuando era pequeña. Siempre se ponía ansiosa cuando yo salía de excursión y me trataba como si fuera una niña. Me despedí de ella y de Phil como lo haría un día cualquiera y me monté en la camioneta de Phil, la que usaba en las raras ocasiones cuando quería cazar animales mayores, como ciervos. No lo hacía frecuentemente porque no podíamos darnos el lujo de desperdiciar combustible y además odiaba cazar presas que debiera destazar para poder transportarlas.
Llegué a las afueras de la ciudad a media mañana y estacioné la camioneta bien escondida, fuera del camino para evitar que me la robaran, y caminé.
Caminé por horas tratando de mantenerme oculta y ser silenciosa, pero parecía un esfuerzo inútil, porque no llegué a cruzarme con nadie. La enorme ciudad parecía un pueblo fantasma bombardeado y destruido, fétido por los cuerpos en descomposición que plagaban las calles. Sólo vi movimiento entre los grupos de perros y enormes buitres que volaban en círculo sobre mi cabeza, y únicamente mi experiencia como cazadora con sangre y entrañas de animales me impidió vomitar cada cinco minutos.
Caminé y caminé tratando de evitar las calles principales y de pronto me di cuenta de que inconscientemente había hecho de la Biblioteca Pública mi destino. Necesitaba saber si seguía ahí, y tal vez llevarme algunos de mis libros favoritos. Pasé varias tiendas de comestibles, pero me dije que las chequearía al regreso, si tenía espacio en mi mochila… Los libros eran un tesoro invaluable, en cambio la comida la podíamos plantar o cazar.
De pronto me empecé a sentir un poco paranoica, con la sensación de que me estaban vigilando, pero no vi ni escuché nada, así es que me convencí de que era sólo mi imaginación y seguí caminando.
Aun así, cuando llegué a la biblioteca y vi que estaba casi indemne, suspiré de alivio. Mi santuario estaba en pié, y en este lugar nada malo podía pasar. Estaba a salvo.
En un costado había un agujero causado por una bomba, cerca de la puerta de entrada, y entré por ahí. Fuera de eso, el interior estaba tal como lo recordaba, silencioso y ordenado, si bien un poco polvoriento.
Caminé hacia el segundo piso y recorrí con la mirada los estantes haciendo nota mental de los libros que quería rescatar. Lugo subí al tercer piso con paso seguro, perfectamente clara en mi dirección… Había un libro en la novena estantería que me llamaba como el canto de una sirena, cada vez.
Era la primera edición norteamericana de "Cumbres Borrascosas" del año mil ochocientos cuarenta y ocho, compuesta de tres gruesos volúmenes forrados en gruesa tela de color café. Eran libros que no se prestaban, había que verlos en la biblioteca y bajo supervisión, pero a mí los bibliotecarios me conocían desde hacía años y me dejaban hojearlos en alguno de los cómodos sillones, sabiendo que jamás dañaría algo tan precioso.
Al verlos sonreí aliviada… Estaban en su lugar, nada les había pasado. Algo en el mundo aún era como debía ser…
Pasé mi dedo por el lomo del tercer volumen y me estiré para retirarlos del estante cuando percibí movimiento con el rabillo del ojo. Instintivamente me moví y una masa chocó contra la estantería, botando todos los libros. Traté de correr, pero fue inútil, no alcancé a dar un paso cuando ya estaba aprisionada contra la pared. Todo ocurrió en un segundo. Traté de gritar, pero una mano aprisionaba mi garganta, traté de huir y en ese momento se rasgó la tela de mis pantalones. Me estaban manoseando brutalmente. Sentí muy cerca el aroma del cuero y manzana verde, un cuerpo sólido como roca y una enorme erección restregarse contra mi trasero y espalda. Dios! Que me matara pronto… Que me matara y me violara después… Yo no había recibido ni siquiera mi primer beso, no podía pensar en lo que sería tener a una de esas cosasdentro de mí.
Otro tirón y mi camiseta cayó al suelo… y esa cosa apretó uno de mis pechos. Agh! Se sintió como si me lo quisiera arrancar…
Comencé a llorar tratando de concentrarme en cualquier otra cosa. Mamá… Phil… Nunca sabrían lo que ocurrió conmigo… Y eso estaba bien, era mejor así…
Me estaba ahogando y sentí cómo mi verdugo se bajaba los pantalones.
No, no, no, no! Por favor, que me lleve la inconsciencia! No quiero estar presente para esto!
De pronto un gruñido… De otra creatura…
Mi atacante apretó mi garganta con más fuerza y me desvanecí.
No sé cuánto tiempo pasé inconsciente.
Poco a poco volví en mí.
-… Es un mito – Dijo una seductora voz femenina. Una fría mano acarició mi mejilla y lentamente y con mucho esfuerzo logré abrir los ojos. Escuché gemidos de agonía cerca de mí… El más intenso terror me paralizó al enfocar la vista. Ojos rojos… Estaba en manos de uno de ellos…
No parecía ser mi atacante, no olía igual… Este hombre/cosa/creatura olía un poco a canela y clavo de olor… Tal vez un poco de anís… Como una galleta de navidad… Estaba desvariando? La falta de oxígeno había dañado mis neuronas?... Sus gestos y movimientos eran mucho más suaves y delicados que los de mi violador, pero eso no significaba nada… Dos de ellos no era mejor que uno.
Y por cierto… Me habían violado? No supe decirlo con certeza.
-Es infrecuente pero pasa – Dijo otra voz masculina. Otro más? – El Maestro Marcus tuvo y perdió a su Pareja.
-Es por eso… Es por eso que él es como es? – Preguntó la voz femenina – Porque perdió a su alma gemela?
-Sí – Afirmó el otro – Dicen que antes era una persona completamente diferente: Mucho más interesante, proactivo, feliz… O de lo contrario nunca habría llegado a ser Rey, pero después de la muerte de ella se convirtió en la roca sin emociones que es hoy – Almas gemelas, reyes… No, seguro estaba imaginando todo esto… Cada vez me costaba más respirar.
-Alec… Ella es…? – Preguntó una voz femenina más joven, temblorosa… Casi diría que asustada.
-Ella es mía – Habló firmemente y por primera vez el… Eso… Que me sostenía. Suya? No! Qué demonios? No!
Traté de soltarme y escapar, sabiendo lo inútil que era mi maniobra, pero pensé que era mejor morir tratando, y en ese momento una de las creaturas, que aparentaba tener mi edad, apareció en mi ángulo de visión.
-Sálvala - Dijo posando su mano en el hombro del que me sostenía. Salvarme? De quién? Si ellos eran el peligro…
Traté de gritarles que me dejaran en paz o que me mataran de una vez, pero me dolía el pecho por el esfuerzo por respirar y me sentía un poco atontada… Pronto perdería el conocimiento otra vez… Ojalá para siempre…
El que me reclamaba acarició mi cabello reordenando una de las flores que Renee me había prendido del cabello antes de salir de casa, y acercó sus labios a mi oído.
-Lo siento – Susurró con un frío aliento… Sonaba sincero, como si lo sintiera de verdad…
Entonces beso mi cuello y me mordió.

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Ahí está, la historia de Bella. A continuación publicaré el próximo capítulo de "Mi Destino" y después uno más de esta historia.
Cuéntenme qué les pareció!


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